quinta-feira, 4 de fevereiro de 2016

EXCLUSIVA: Rorate Caeli entrevista a Mons. Schneider (FSSPX, lavado de pies a mujeres, consagración de Rusia, obispos antipastorales y mucho más)

EXCLUSIVA: Rorate Caeli entrevista a Mons. Schneider (FSSPX, lavado de pies a mujeres, consagración de Rusia, obispos antipastorales y mucho más)

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RORATE CÆLI
Escrito por RORATE CÆLI
La semana pasada Rorate Caeli entrevistó sobre varios temas a uno de los prelados con más perfil en la restauración de la misa latina tradicional y de la fe, Su Excelencia el obispo Athanasius Schneider. 
En el curso del amplio espectro de esta entrevista Su Excelencia se explayó cuidadosamente acerca de asuntos cruciales para la Iglesia en este importante momento de crisis. Es imprescindible leer la entrevista en su totalidad para no perderse los comentarios de Su Excelencia acerca de la condición actual de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X (FSSPX), la participación de la mujer en la misa y el lavado de pies, si fue realmente Rusia consagrada al Inmaculado Corazón de María, el Summorum Pontificum y los obispos antipastorales y mucho, mucho más. 
Se puede reproducir libremente este texto haciendo siempre mención a Rorate Caeli.
*NB: el texto en negrita es énfasis añadido por Rorate Caeli
LA IGLESIA POSTSINODAL Y LOS NO CREYENTES DENTRO DE LA JERARQUÍA
Rorate Caeli: Acerca del sínodo próximo pasado, no sabremos cuál será el impacto legal que tendrá en la Iglesia por algún tiempo ya que es el Papa quien debe tomar el siguiente paso; más allá del resultado, y a todos los efectos, ¿no existe ya un cisma en la Iglesia? De ser así, ¿qué significa en sentido practico? ¿En qué manera se manifestará ante el católico típico de a pie?
S.E. Schneider: El cisma significa, según la definición que le da el Código de derecho canónico, Can. 751, «cisma, el rechazo de la sujeción al Sumo Pontífice o de la comunión con los miembros de la Iglesia a él sometidos». Es necesario distinguir entre el defecto en una creencia, o herejía, con el cisma. El defecto en una creencia, o herejía, es ciertamente un pecado mayor que el cisma, como lo afirma Santo Tomas de Aquino: «es evidente que la infidelidad es pecado contra Dios mismo, en cuanto que es en sí mismo la verdad primera en que se apoya la fe. El cisma, en cambio, se opone a la unidad de la Iglesia, que es un bien participado, menor que Dios mismo. Resulta, pues, evidente que el pecado de infidelidad, por su naturaleza, es más grave que el de cisma» (II-II, p. 39, r. 2 c). 

La crisis de la Iglesia en nuestros días consiste en 
un creciente fenómeno, el de individuos que no creen plenamente, o profesan íntegramente la fe católica, y que con frecuencia ocupan puestos estratégicos para la vida de la Iglesia, como profesores de teología, maestros en seminarios, superiores religiosos, párrocos y hasta obispos y cardenales. Estos individuos, con una fe defectuosa, declaran estar sometidos a la autoridad del Papa. 

El colmo de la confusión y el absurdo se manifiesta cuando esos clérigos semiherejes afirman que aquellos que defienden la pureza y la integridad de la fe católica se oponen al Papa —son cismáticos, según esa opinión. Para el católico promedio, desde las bancas, una situación de confusión como esta es un verdadero reto a su fe en una Iglesia indestructible. Deben, sin embargo, continuar aferrándose a la integridad de su fe según las verdades católicas inmutables que hemos recibido de nuestros antepasados, las mismas que encontramos plasmadas en el catecismo tradicional y en las obras de los padres y doctores de la Iglesia.   
Rorate Caeli: Ya que hablamos del católico típico, ¿con qué tendrá que lidiar el típico párroco postsinodal que no tuvo necesidad de encarar antes? ¿Qué nuevas presiones, tal como el lavado de pies a mujeres el Jueves Santo, según el ejemplo de Francisco, agobiarán a los párrocos aún más al sumarse a las ya existentes?

S.E. Schneider: 
El párroco católico típico debe conocer bien el significado inmutable de la fe católica, así como el significado perenne de las normas de la liturgia católica y, consciente de todo esto, fundar ahí su certeza y su entereza interior. Debe recordar siempre los principios católicos del discernimiento: «Quod semper, quod ubique, quod ab omnibus”», i.e., lo que se ha sostenido y practicado siempre, por todos y por doquier. 

Las categorías «siempre, por doquier y por todos» no se deben considerar en un sentido aritmético, sino en un sentido moral. Un criterio concreto para el discernimiento es el siguiente: ¿Constituye el cambio en una afirmación doctrinal, en una práctica pastoral o doctrinal, una ruptura con el pasado centenario o quizá milenario? ¿Causa realmente esta innovación que la fe luzca más diáfana y brillante? ¿Nos acerca más esta innovación a la santidad de Dios, o manifiesta de manera más profunda los misterios divinos? ¿Esta innovación en la disciplina incrementa realmente en mayor medida nuestro celo por la santidad de la vida? 


En lo que se refiere específicamente a la innovación de lavar los pies de una mujer durante la Santa Misa de la Última Cena el Jueves Santo, en esta Santa Misa celebramos la conmemoración de la institución de la eucaristía y el sacerdocio. 
Por lo tanto, lavar los pies de hombres y mujeres constituye no solo una distracción del enfoque central en la Eucaristía y el sacerdocio, sino que genera también confusión en torno al simbolismo histórico de «los doce» y del sexo masculino de los apóstoles.Universalmente, la tradición de la Iglesia jamás ha permitido el lavado de pies durante la misa, únicamente fuera de ella, en una ceremonia especial. 

Por cierto, el hecho de que un hombre lave en público los pies de una mujer y los bese —y en nuestro caso se trata de un sacerdote o un obispo— se considera, por cualquier persona con sentido común en cualquier cultura, como un acto indebido y hasta indecente. Demos gracias a Dios que ningún sacerdote u obispo está obligado a lavar en público los pies de una mujer el Jueves Santo, ya que no existe una norma vinculante y el lavado es, en si mismo, tan solo facultativo.    
LA FRATERNIDAD SACERDOTAL SAN PÍO X (FSSPX)
Rorate Caeli: Una situación atípica en la Iglesia es la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X (FSSPX). ¿A que se debe, Su Excelencia, que tantos católicos se sienten atemorizados por la FSSPX, o sienten ansiedad ante cualquier asociación con esta? Según lo que Su Excelencia ha podido observar ¿que dones considera que la FSSPX podría introducir en la vertiente central del catolicismo?
S.E. SchneiderCuando algo o alguien es insignificante o débil a nadie le causa temor. Aquellos que están atemorizados de la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X están, en resumidas cuentas, atemorizados de las verdades católicas perennes y de sus precisiones en el ámbito moral y litúrgico. 

Cuando la FSSPX cree, adora y vive moralmente de la misma manera que nuestros antepasados, de la misma manera que lo hicieron los santos mejor conocidos durante un periodo milenario, 
no nos queda más que considerar la obra de estos sacerdotes católicos y fieles de la FSSPX como un don a la Iglesia en nuestros días —quizá incluso como uno de los instrumentos de los que se vale la Divina Providencia para remediar la enorme crisis actual de la fe, de la moral y de la liturgia dentro de la Iglesia. 

Existen, sin embargo, en algunos sectores de la FSSPX, 
como ocurre en toda sociedad humana, personalidades excéntricas; estas tienen un método y una mentalidad con cierta escasez de justicia y caridad y como consecuencia ese sentire cum ecclesia, y hay peligro de una doctrina autocéfala y de considerarse como la última instancia judicial de la Iglesia. Sin embargo, a mi saber y entender, la parte saludable corresponde con la mayoría de la FSSPX, y yo considero a su superior general, Su Excelencia monseñor Bernard Fellay, como un obispo católico verdaderamente ejemplar. Hay esperanzas de un reconocimiento canónico de la FSSPX.   
EL SÍNODO Y LA PAPOLATRÍA
Rorate Caeli: Volviendo al Sínodo, mientras que se centra en la tradición, ¿cree Su Excelencia que los cambios en la liturgia Romana después de Vaticano II han contribuido a la actual crisis en la Iglesia, en el matrimonio, en la familia y en la moral de la sociedad en general?
S. E. Schneider: Yo no afirmaría eso de tal manera. De hecho, el origen de la actual crisis en la Iglesia, en la crisis del matrimonio, en la de la familia y en la de la moral en general no es la reforma litúrgica, sino los defectos en la fe con la doctrina del relativismo, de la que brota la moral y la litúrgica relativista. Ya que si yo tengo fe de forma defectuosa, viviré con una moral defectuosa en la vida y adoraré defectuosamente, de manera indiferente. Primero es necesario restaurar la claridad y la firmeza de la doctrina, de la fe y de la moral en todos los niveles, para desde allí, empezar a mejorar la liturgia. La integridad y la belleza en la fe exigen la integridad y la belleza de la vida moral, y esto exige a su vez la integridad y la belleza de la adoración pública.
Rorate Caeli: Siguiendo con el Sínodo, está claro para aquellos que tienen ojos para ver como el Papa Francisco ha causado gran confusión en lugar de claridad durante el proceso Sinodal, y como este alentó un giro hacia la ruptura al elevar el papel de los Cardenales Kasper y Danneels, del Arzobispo Cupich, etc. ¿Cuál sería la actitud correcta que un católico debería tomar en relación al papa en estos tiempos difíciles? ¿Estarían los católicos obligados a dar a conocer sus opiniones y a “resistir” tal y como el Cardenal Burke dijo en una entrevista el año pasado con nosotros, incluso cuando sus opiniones son críticas con el Papa?
S. E. Schneider: Durante muchas generaciones, hasta nuestros días, reinó en la vida de la Iglesia una especie de “papa-centrismo” o una especie de “papolatría“, que era sin duda alguna, algo excesivo en comparación con la visión moderada y sobrenatural de la persona del Papa y la debida veneración que le era debida en tiempos más antiguos. Una actitud tan exagerada hacia la persona del Papa genera en la práctica un sentido teológico excesivo y equivocado sobre el dogma de la infalibilidad Papal.
Si el Papa fuese a decirle a toda la iglesia que hiciese algo que pudiese dañar directamente a una verdad inmutable Divina o a un mandamiento Divino, todos los católicos tendrían el derecho a corregirlo en la debida forma, respetuosamente y movidos de reverencia y amor por el oficio sagrado y la persona del Papa. La Iglesia no es la propiedad privada de la Papa. El Papa no puede decir “yo soy la Iglesia”, como hizo el rey Luis XIV de Francia, quien dijo: “L’État c’est moi.” El Papa es sólo el Vicario, no el sucesor de Cristo.
Las preocupaciones acerca de la pureza de la fe, es en última instancia una cuestión de todos los miembros de la Iglesia que son uno, y un cuerpo único vivo. En los tiempos antiguos, antes de confiarle a alguien en el cargo sacerdotal u obispal, se les preguntaba a los fieles si podían garantizar que el candidato tenía una fe adecuada y una elevada conducta moral. El viejo Pontificale Romanum dice: “El capitán de un barco y sus pasajeros tienen las mismas razones para sentirse seguros o en peligro durante un viaje, por lo tanto, deben ser una sola mente en sus intereses comunes.” Fue precisamente el Concilio Vaticano II, quien alentó a los fieles, para contribuir al auténtico bien de la Iglesia, con el fortalecimiento de la fe.
Creo que, en un momento en el que una gran parte de los titulares de la oficina del Magisterio son negligentes en su deber sagrado, el Espíritu Santo llama a día de hoy a los fieles, para que llenen ese vacío y para que con un auténtico “sentire cum ecclesia“, defiendan con valentía la fe Católica.
TRADICIÓN Y SUS ENEMIGOS DE DENTRO
Rorate Caeli: ¿Es el papa la medida de la Tradición, o está él medido por la tradición? Y ¿deberían de rezar los fieles católicos para que llegase pronto un papa tradicional?
S. E. Schneider: El Papa no es ciertamente la medida de la tradición, sino todo lo contrario. Siempre debemos tener en mente la siguientes enseñanza dogmática del Concilio Vaticano I: La función de los sucesores de Pedro no consiste en dar a conocer una nueva doctrina, sino en vigilar y exponer fielmente el depósito de la fe transmitida por los apóstoles (cf. Constitutio Dogmatica Pastor Aeternus, cap. 4).
En el cumplimiento de una de sus tareas más importantes, el Papa ha de esforzarse para que “A fin de que, apartado todo el rebaño de Cristo del pasto venenoso del error, sea alimentado con el manjar saludable de la doctrina celestial” (Concilio Vaticano I, ibíd.). La siguiente expresión, que estaba en uso desde los primeros siglos de la Iglesia, es uno de las definiciones más notables del oficio Papal, y tiene que ser en cierto sentido como una segunda naturaleza de cada Papa: Y así Nos, adhiriéndonos fielmente á la tradición de la fé cristiana entendida desde su origen (Concilio Vaticano I, ibíd.).
Siempre debemos orar para que Dios dé a Su Iglesia Papas con mentalidad tradicional. Sin embargo, tenemos que creer en estas palabras: “A vosotros no os toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad” (Hechos 1: 7).
Rorate CaeliSabemos que hay muchos obispos y cardenales – posiblemente la mayoría – que quieren cambiar el lenguaje doctrinal de la Iglesia y la antigua disciplina, bajo las excusas del “desarrollo de la doctrina” y de la “pastoral de la compasión.” ¿Qué está mal con su argumento?
S. E. Schneider: Expresiones tales como “desarrollo de la doctrina” y “pastoral de misericordia” son de hecho, generalmente un pretexto para cambiar la enseñanza de Cristo, y en contra de su sentido e integridad perennes, tal y como los Apóstoles la habían transmitido a toda la Iglesia, y que fue preservada fielmente a través de los Padres de la Iglesia, de las enseñanzas dogmáticas de los Concilios Ecuménicos y de los Papas.
En definitiva, esos clérigos quieren otra Iglesia, y aun otra religión: Una religión naturalista, que se adapte al espíritu de la época. Tales clérigos son realmente lobos vestidos de oveja, a menudo, coqueteando con el mundo. No son pastores valientes pastores–, sino más bien conejos cobardes.
EL PAPEL DE LA MUJER EN LA IGLESIA
Rorate CaeliEscuchamos mucho sobre el papel de la mujer en la Iglesia de hoy – el llamado “genio femenino”. Las mujeres, obviamente, han jugado un papel fundamental en la Iglesia desde el principio, empezando con la Santísima Virgen María. Pero litúrgicamente, Cristo nos mostró Su posición tan claro como el agua, tal y como lo hicieron los papas preconciliares. ¿Cree Su Excelencia que la implicación de las mujeres en la liturgia, tanto si se trata de mujeres que toman parte en el Novus Ordo de la Misa como de niñas monaguillos, ha jugado un papel positivo o negativo en la Iglesia de las últimas cuatro décadas?
S. E. Schneider: No Hay ninguna duda sobre el hecho de que la implicación de las mujeres en los servicios litúrgicos en el altar (tanto como lectores, o sirviendo en el altar o distribuyendo la Sagrada Comunión) representa una ruptura radical con toda la tradición universal de la Iglesia. Por lo tanto, es una práctica que está en contra de la tradición Apostólica.
Esta práctica dio a la liturgia de la Santa Misa, una clara forma protestante y caracterizándola como si fuese una reunión informal de oración o un evento de catequesis. Esta práctica va sin duda contra las intenciones de los Padres del Concilio Vaticano II y no hay en ellos una indicación de esto en la Constitución sobre la Sagrada Liturgia.
LA SANTA MISA TRADICIONAL
Rorate Caeli: Su Excelencia es bien conocido por la celebrar la Santa Misa Tradicional en muchos lugares alrededor del mundo. ¿Cuál es lección más profunda que Vuestra Excelencia ha aprendido al decir la Misa en latín, tanto como sacerdote y como obispo, para que otros sacerdotes y obispos pueden tener la esperanza de ganar la misma experiencia al decir la Misa Tradicional?
S. E. Schneider: La más profunda de las lecciones que he aprendido de la celebración de la tradicional forma de decir la Misa es esto: Yo solo soy sólo un pobre instrumento de lo sobrenatural, y de una elevada acción sagrada, cuyo celebrante principal es Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote. Siento que durante la celebración de la Misa, pierdo, en cierto sentido, mi libertad individual, por las palabras y los gestos que son prescritos incluso en sus detalles más pequeños, y no soy capaz de deshacerme de ellos. En mi corazón siento profundamente que sólo soy un siervo y un ministro, que aunque con libre albedrío en la fe y en el amor, no se cumple mi voluntad, sino la voluntad de Otro.
El más que milenario y tradicional antiguo rito de la Santa Misa, que ni siquiera el Concilio de Trento cambió, porque el Ordo Missae antes y después de este Concilio era casi idéntico, proclama con fuerza evangelizadora la Encarnación y la Epifanía de la inefable santidad e inmensidad de Dios, que en la liturgia como “Dios con nosotros”, o como “Emmanuel,” se hace tan pequeño y tan cerca de nosotros. El rito tradicional de la Santa Misa está muy elaborado y, al mismo tiempo, es una poderosa proclamación del Evangelio, al realizar la obra de nuestra salvación.
Rorate Caeli: Si el Papa Benedicto está en lo correcto al decir que el Rito Romano en la actualidad (aunque parezca extraño) existe en dos formas, en lugar de uno, ¿por qué no ha sucedido todavía el que todos los seminaristas estén obligados a estudiar y aprender la Santa Misa Tradicional en latín, como parte de su formación en el seminario? ¿Cómo puede ser que un sacerdote diocesano de la Iglesia Romana no conozca las dos formas del rito de su Iglesia? Y ¿cómo pueden denegar a tantos católicos los sacramentos y la Santa Misa por el Rito Tradicional si es igual a la otra forma?
S. E. Schneider: De acuerdo con las intenciones del Papa Benedicto XVI, y de las normas claras en la Instrucción “Universae Ecclesiae”, todos los seminaristas católicos tienen que saber la forma tradicional de la Santa Misa y saber celebrarla. El mismo documento dice que esta forma de Misa es un tesoro para toda la Iglesia – esto es para todos los fieles.
El Papa Juan Pablo II hizo un llamamiento urgente a todos los obispos para acomodar generosamente el deseo de los fieles con respecto a la celebración de la tradicional forma de la Santa Misa. Cuando los clérigos y obispos obstruyen o restringen la celebración de la Misa Tradicional, no obedecen lo que dice el Espíritu Santo a la Iglesia, y actúan de una manera muy anti-pastoral. Se comportan como si fuesen los poseedores del tesoro litúrgico, que no les pertenece, ya que son únicamente sus administradores.
Al negar la celebración de la Misa Tradicional o su obstrucción y discriminación en contra de ella, se comportan como un administrador infiel y caprichoso que – contrario a las instrucciones del padre de la casa – mantiene la despensa bajo llave como una malvada madrastra que da a los niños una comida magra. Tal vez estos clérigos tienen miedo del gran poder de la verdad que irradia la celebración de la Misa Tradicional. Uno podría comparar a la Misa Tradicional con un león: al dejarlo libre, se defenderá a sí mismo.
RUSIA AÚN NO ESTA CONSAGRADA EXPLÍCITAMENTE
Rorate Caeli: Hay muchos rusos ortodoxos donde vive Su Excelencia. ¿Le han preguntado a Su Excelencia personas en el Patriarcado de Moscú o el mismo Alexander de Astana sobre el reciente Sínodo o acerca de lo que está sucediendo a la Iglesia bajo el pontificado de Francisco? ¿O han llegado ya al punto de que no les importe esta situación?
S. E. Schneider: Los Prelados Ortodoxos con los que tengo contacto, generalmente no están bien informados sobre la actualidad interna o los conflictos de la Iglesia Católica. Al menos nunca han hablado conmigo acerca de tales cuestiones. A pesar de que no reconocen la jurisdicción de la primacía del Papa, sin embargo ven al papado como el puesto principal dentro del rango jerárquico de la Iglesia, desde un punto de vista de orden de protocolario.
Rorate Caeli: Estamos a sólo un año del centenario de Fátima. Discutiblemente Rusia no fue consagrada al Inmaculado Corazón de María y ciertamente no ha sido convertida. La Iglesia, aunque siempre está inmaculada, se encuentra en un completo desorden – tal vez incluso peor que durante la herejía arriana. ¿Irán las cosas de mal a peor antes de que puedan mejorar? Y ¿cómo deberían de prepararse los fieles católicos para lo que viene?
S. E. Schneider: Tenemos que creer firmemente: La Iglesia no es nuestra, ni del Papa. La Iglesia es de Cristo y sólo Él la posee y la conduce indefectiblemente, incluso a través de los periodos más oscuros de crisis, tal y como de hecho es la presente situación actual.
Esta es una demostración del carácter Divino de la Iglesia. La Iglesia es esencialmente un misterio, un misterio sobrenatural, y no podemos acercarnos a ella, del mismo modo al que nos acercaríamos a un partido político o a una sociedad meramente humana. Al mismo tiempo, la Iglesia es humana y en su nivel humano, tiene hoy en día que soportar una dolorosa pasión, que es a su vez una participación en la Pasión de Cristo.
Uno puede pensar que la Iglesia de nuestros días está siendo flagelada como lo fue nuestro Señor; que está siendo despojada, tal y como lo fue Nuestro Señor, en la décima estación de la Cruz. La Iglesia, nuestra Madre, está siendo obligada contra las cuerdas no sólo por los enemigos de Cristo, sino también por algunos de sus colaboradores en el rango del clero, e incluso a veces del alto clero.
Todos los que somos buenos hijos de la Madre Iglesia, como valientes soldados, tenemos que intentar liberar a nuestra Madre – con las armas espirituales para defender y proclamar la verdad, la promoción de la Liturgia Tradicional, la adoración Eucarística, la cruzada del Santo Rosario, la batalla contra el pecado en la vida privada y la búsqueda de la santidad.
Tenemos que orar para que el Papa pueda pronto consagrar explícitamente a Rusia al Inmaculado Corazón de María, y entonces Ella ganará, tal y como la Iglesia oró desde los tiempos antiguos: “Alégrate, Virgen María, tú sola has destruido todas las herejías del mundo entero.” (Gaude, Maria Virgo, cunctas haereses sola interemisti in universo mundo).
[Traducción por Enrique Treviño y Miguel Tenreiro. Artículo original]

quarta-feira, 3 de fevereiro de 2016

Intervista di mons. Athanasius Schneider a Rorate Caeli: Chiesa post-sinodale e i non credenti nella gerarchia



Testo integrale dell'intervista di Mons. Athanasius Schneider, vescovo ausiliare di Astana, pubblicata il 2 febbraio dal sito Rorate Caeli

Rorate Caeli: Per qualche tempo non conosceremo l’impatto giuridico che avrà sulla Chiesa il recente Sinodo poiché la prossima mossa spetta a Papa Francesco. Indipendentemente dal risultato finale, esiste già  a tutti gli effetti uno scisma nella Chiesa? In caso affermativo, cosa significa concretamente? Come si manifesterà per i cattolici praticanti comuni?

S.E. Schneider: Secondo il can. 751 del Codice di Diritto Canonico, scisma significa il rifiuto della sottomissione al Sommo Pontefice o della comunione con i membri della Chiesa a lui soggetti. Occorre distinguere il difetto nel credere o eresia dallo scisma. Il difetto nel credere o eresia è in effetti un peccato più grave dello scisma, come dice San Tommaso d’Aquino: «La mancanza di fede (infidelitas nella Summa - ndT) è un peccato commesso contro Dio stesso, in quanto Egli stesso è la Verità Prima, sulla quale la fede si fonda; mentre lo scisma si oppone all’unità della Chiesa, che è un bene minore rispetto a Dio stesso. È dunque evidente che il peccato di eresia  è per suo genere un peccato più grave di quello dello scisma» (II-II, q.39, a.2c). La vera crisi della Chiesa di oggi consiste nel fenomeno ingravescente che coloro che non credono pienamente e non professano l’integralità della fede cattolica occupano spesso posizioni strategiche nella vita della Chiesa, come professori di teologia, formatori nei seminari, superiori religiosi, parroci e persino vescovi e cardinali. E queste persone con la loro fede manchevole si professano sottomessi al Papa.

Il colmo della confusione e dell’assurdità si manifesta quando questi religiosi semi-eretici accusano coloro che difendono la purezza e l’integrità della fede cattolica di essere contro il Papa, di essere, secondo loro, in qualche modo scismatici. Per i semplici cattolici praticanti, una tale situazione di confusione rappresenta una vera sfida alla loro fede secondo l’indistruttibilità della Chiesa. Devono mantenere salda l’integrità della loro fede secondo le immutabili verità cattoliche trasmesse dai nostri padri, che ritroviamo nel catechismo tradizionale e nelle opere dei Padri e dei Dottori della Chiesa.

Parlando di cattolici comuni, cosa deve affrontare ora un parroco che già non dovesse affrontare prima del Sinodo? Quali pressioni, come la lavanda dei piedi delle donne il Giovedì Santo a seguito dell’esempio di Francesco, graveranno sul parroco più di quanto non sia accaduto fino ad oggi?

Un normale parroco cattolico dovrebbe conoscere bene il significato perenne della fede cattolica, nonché quello delle norme della liturgia cattolica e, conoscendolo, dovrebbe avere fermezza e sicurezza interiore. Dovrebbe sempre ricordare il principio fondamentale di discernimento: «Quod semper, quod unique, quod ab omnibus», ossia «Ciò che è stato creduto e praticato sempre, ovunque e da tutti».

Le categorie «sempre, ovunque, tutti» non devono esser intese in un senso aritmetico, ma morale. Un criterio concreto di discernimento è questo: Questo cambiamento in una affermazione dottrinale, in una pratica pastorale o liturgica rappresenta una rottura rispetto al passato secoli e millenni trascorsi? Questa innovazione fa sì che la fede risplenda più chiara e luminosa? Questa innovazione liturgica ci immette sempre più vicini alla santità di Dio, o esprime in modo più profondo e meraviglioso i divini misteri? Questa innovazione disciplinare favorisce davvero uno zelo maggiore per la santità di vita?

Riguardo, concretamente, alla lavanda dei piedi delle donne durante la Santa Messa dell’Ultima Cena del Giovedì Santo: questa Santa Messa celebra la commemorazione dell’istituzione dei sacramenti dell’Eucarestia e del Sacerdozio. Cosicché la lavanda dei piedi delle donne insieme agli uomini, non solo distrae dal focus principale sull’Eucarestia e sul Sacerdozio, ma genera confusione riguardo al simbolismo storico dei “dodici” e dal fatto che gli apostoli sono di sesso maschile. La tradizione universale della Chiesa non ha mai consentito la lavanda dei piedi durante la Santa Messa, ma piuttosto al di fuori di essa, in una cerimonia speciale.

In ogni caso: la lavanda pubblica e in generale anche il bacio dei piedi delle donne da parte di un uomo, nel nostro caso di un prete o di un vescovo, è considerato da qualunque persona di buon senso in tutte le culture come improprio e anche indecente. Grazie a Dio nessun vescovo è obbligato a lavare pubblicamente i piedi delle donne il Giovedì Santo, perché non vi è una norma che lo vincoli a ciò, e la stessa lavanda dei piedi è facoltativa.

La Fraternità Sacerdotale di San Pio X (FSSPX)

Una situazione atipica della Chiesa è quella della Fraternità Sacerdotale San Pio X (FSSPX). Casa pensa Sua Eccellenza, del perché tanti cattolici temono la FSSPX o sono titubanti dall'associarsi ad essa? Dalla sua esperienza, quali doni ritiene che la FSSPX possa apportare alla Chiesa corrente?

Se qualcuno o qualcosa è senza importanza e debole, nessuno lo teme. Coloro che temono la Fraternità Sacerdotale San Pio X in definitiva temono le verità cattoliche perenni e le loro esigenze in campo morale e liturgico.

Quando la FSSPX cerca di credere, praticare il culto e vivere moralmente come i nostri progenitori e i Santi più famosi nel corso di millenni, allora dobbiamo considerare la vita e l’opera di questi sacerdoti cattolici e fedeli della FSSPX come un dono per la Chiesa di oggi, ed anche come uno dei numerosi strumenti di cui si serve la Divina Provvidenza per rimediare all’enormità dell’attuale crisi generale della fede, della morale e della liturgia in seno alla Chiesa.

In alcuni settori della FSSPX vi sono tuttavia, come accade in tutte le società umane, alcune personalità eccentriche. Esse hanno un metodo e mentalità carenti di giustizia e carità e quindi del vero “sentire cum ecclesia”, e c'è il pericolo di un’autocefalia ecclesiastica e di essere l’ultima istanza giuridica nella Chiesa. Tuttavia, a mia conoscenza, la parte sana corrisponde alla parte maggiore della FSSPX e considero il Superiore Generale, Sua Eccellenza Monsignor Bernard Fellay, come un vero ed esemplare vescovo cattolico. Ci sono speranze per un riconoscimento canonico della FSSPX.

Il Sinodo e la papolatria

Tornando al Sinodo, e focalizzandoci sulla tradizione, Sua Eccellenza ritiene che i cambiamenti nella liturgia romana successivi al Vaticano II abbiano contribuito alla crisi attuale nella Chiesa, alla crisi del matrimonio, della famiglia e della morale sociale in generale?

Non lo affermerei proprio così. In realtà la vera origine dell’attuale crisi nella Chiesa, della crisi del matrimonio, della famiglia e della morale in generale non è la riforma liturgica, ma la mancanza di fede, il relativismo dottrinale, da cui scaturisce il relativismo morale e liturgico. Se credo in modo carente, vivrò una vita morale carente e praticherò il culto in modo carente e indifferente. È necessario in primo luogo ripristinare la chiarezza e la fermezza della dottrina della fede e della morale a tutti i livelli e da lì cominciare a migliorare la liturgia. L’integrità e la bellezza della fede esigono l’integrità e la bellezza della propria vita morale e ciò richiede l’integrità e la bellezza del culto pubblico.

Ancora sul Sinodo, è evidente, per coloro che hanno occhi per vedere, che Papa Francesco, nell'andamento del sinodo ha creato confusione invece che chiarezza, ed ha incoraggiato una svolta verso la rottura con l'innalzare il ruolo dei Cardinali Kasper e Danneels, dell’Arcivescovo Cupic, ecc. Qual è il giusto atteggiamento che un cattolico dovrebbe avere nei confronti del Papa in questi tempi difficili? I cattolici sono obbligati a far conoscere le loro vedute ed a “resistere” come aveva detto il Cardinale Burke lo scorso anno in una nostra intervista, anche quando i loro punti di vista sono critici nei confronti del papa?

Fin da molte passate generazioni regna nella vita della Chiesa una sorta di “papo-centrismo” o di “papolatria” che è senza dubbio eccessiva se paragonata con la visione moderata e soprannaturale della persona del Papa e la venerazione a lui dovuta, com'era in passato. Un simile atteggiamento eccessivo verso la persona del Papa genera nella pratica un significato teologico eccessivo ed errato riguardo al dogma dell’infallibilità papale.

Se il Papa dicesse a tutta la Chiesa di fare qualcosa che danneggiasse direttamente una verità divina immutabile o un comandamento divino, ogni cattolico avrebbe il diritto di correggerlo, col dovuto rispetto, mosso da riverenza e amore per la sacra funzione, e per la persona del Papa. La Chiesa non è proprietà privata del Papa. Il Papa non può dire “Io sono la Chiesa”, come aveva detto il re francese Luigi XIV: “Lo Stato sono io”. Il Papa è solo il Vicario, non il successore di Cristo.

Quanto riguarda la purezza della fede è in definitiva una questione che interessa tutti i membri della Chiesa, che è una, ed è un corpo vivente unico. Anticamente, prima di affidare a qualcuno l’ufficio di sacerdote o di vescovo, i fedeli erano chiamati a garantire che il candidato avesse una fede retta ed una elevata condotta morale. Il vecchio Pontificale Romano dice: “Il capitano di una nave, così come i passeggeri, hanno uguale motivo di sentirsi al sicuro o in pericolo in un viaggio, e perciò dovrebbero quindi essere unanimi nel loro comune interesse”. Fu il Concilio Vaticano II ad incoraggiare fortemente i fedeli laici a contribuire al vero bene della Chiesa, al rafforzamento della fede. 

Ritengo che in un’epoca in cui gran parte dei detentori dell’officio del Magistero sono negligenti nel loro sacro compito, lo Spirito Santo chiama oggi, particolarmente i fedeli, a intervenire e a difendere coraggiosamente la fede cattolica con un autentico «sentire cum ecclesia».

La Tradizione ed i suoi nemici interni

Il Papa è la misura della tradizione o è moderato dalla tradizione? Ed i fedeli cattolici dovrebbero pregare perché venga presto un papa tradizionale?

Certamente il Papa non è la misura della tradizione, ma piuttosto il contrario. Dobbiamo sempre tenere a mente il seguente insegnamento dogmatico del Concilio Vaticano I: L’ufficio del successore di Pietro non consiste nel rivelare qualche nuova dottrina, ma nel per custodire con scrupolo e per far conoscere con fedeltà il deposito di fede trasmesso dagli apostoli (v. Costituzione dogmatica Pastor æternus, cap. 4)

Nell’adempimento di uno dei suoi compiti più importanti, il Papa deve mirare a che “l’intero gregge di Cristo sia tenuto al riparo dal cibo avvelenato dell’errore” (Concilio Vaticano I, ibid.). La seguente espressione che era in uso fin dai primi secoli della Chiesa è una delle espressioni più evidenti dell’ufficio papale, e deve in qualche modo essere una seconda natura di ogni Papa: “Aderire fedelmente alla tradizione ricevuta fin dall’inizio della Fede cristiana” (Concilio Vaticano I, ibid.).

Dobbiamo sempre pregare affinché Dio doni alla Sua Chiesa Papi di orientamento tradizionale. Tuttavia dobbiamo credere in queste parole: «Non spetta a voi conoscere i tempi e i momenti che il Padre ha riservato alla sua scelta». (Atti, 1, 7).

Sappiamo che numerosi vescovi e cardinali, probabilmente la maggioranza, vogliono cambiare il linguaggio dottrinale della Chiesa e la sua disciplina di lunga data, col pretesto della “evoluzione della dottrina” e della “compassione pastorale”. Cos'è sbagliato nel loro argomento?

Espressioni come “sviluppo della dottrina” e “compassione pastorale” in genere sono di fatto un pretesto per cambiare l’insegnamento di Cristo, contro il suo significato e la sua perenne integrità così come gli Apostoli l’hanno trasmessa a tutta la Chiesa e come è stata fedelmente preservata dai Padri della Chiesa e dagli insegnamenti dogmatici dei Concili Ecumenici e dei Papi.

In definitiva questi chierici vogliono un’altra Chiesa, ed anche un’altra religione: una religione naturalistica, adattata allo spirito del tempo. Dei simili chierici sono veri lupi travestiti da agnelli, e flirtano spesso col mondo. Non già pastori coraggiosi, ma vili conigli.

Il ruolo delle donne nella Chiesa

Oggi si sente parlare molto del ruolo delle donne nella Chiesa, del cosiddetto “genio femminile”. Le donne hanno giocato un ruolo fondamentale nella Chiesa fin dall’inizio, a cominciare dalla Beata Vergine Maria. Ma liturgicamente Cristo ha reso chiarissima la Sua posizione, così come hanno fatto i papi pre-conciliari. Sua Eccellenza considera che il coinvolgimento femminile nella liturgia, sia le stesse donne nella Messa Novus Ordo sia le bambine-chierichette, abbia avuto un ruolo positivo o negativo nella Chiesa durante gli ultimi quattro decenni?

Non c'è dubbio che il coinvolgimento femminile nei servizi liturgici all’altare (lettura dei Testi, servizio all’altare, distribuzione della Santa Comunione) rappresenti una rottura radicale con l’intera e universale tradizione della Chiesa. Una simile pratica è contraria alla Tradizione apostolica.

Questa pratica ha dato alla liturgia della Santa Messa una evidente forma protestante, e la caratteristica di un incontro informale di preghiera o di un evento catechetico. È una pratica del tutto contraria alle intenzioni dei Padri del Concilio Vaticano II e non se ne trova la minima indicazione nella Costituzione sulla Sacra Liturgia.

La Messa Latina Tradizionale

Sua Eccellenza è ben nota per celebrare la Messa Latina tradizionale in tanti luoghi in tutto il mondo. Quali pensa siano le lezioni più profonde che ha appreso, come prete e come vescovo, dalla celebrazione del Rito Latino, e che altri preti e vescovi possono sperare di acquisire dicendo essi stessi la Messa tradizionale?

La lezione più profonda che ho appreso dalla celebrazione della forma tradizionale della Messa è questa: sono solo un povero strumento di un’azione soprannaturale e sommamente sacra, il cui celebrante principale è Gesù Cristo, l’Eterno Sommo Sacerdote. Sento che durante la celebrazione della Messa perdo in qualche modo la mia libertà individuale, poiché le parole e i gesti sono stabiliti fin nei minimi dettagli, e non posso disporne. Sento nel più profondo del cuore che sono solo un servo ed un ministro, che ancora con libera volontà, con fede e amore, compio non la mia volontà ma quella di Un Altro.

Il Rito tradizionale e antico di millenni della Santa Messa, che neppure il Concilio di Trento aveva cambiato, poiché l’Ordo Missae prima e dopo quel Concilio era pressoché identico, proclama ed evangelizza con forza l’Incarnazione e l’Epifania del Dio ineffabilmente santo ed immenso, che nella liturgia del “Dio è con noi,” come “Emanuele”, si fa così piccolo e così vicino a noi. Il rito tradizionale della Messa è di un’alta sapienza e al tempo stesso una potente proclamazione del Vangelo, che compie l’opera della nostra salvezza.

Se Papa Benedetto è nel giusto quando dice che il Rito Romano attualmente esiste (benché in modo strano) in due forme piuttosto che in una, perché non avviene ancora che a tutti i seminaristi sia richiesto di studiare ed apprendere la Messa Latina tradizionale, come parte della loro formazione di Seminario? Come mai un parroco della Chiesa Romana può non conoscere entrambe le forme dell’unico rito della sua Chiesa? E come possono tanti cattolici essere ancora privati della Messa tradizionale e dei sacramenti se si tratta di una forma equivalente?

Secondo l’intenzione del Papa Benedetto XVI, e le chiare norme dell’Istruzione “Universae Ecclesiae”, tutti i seminaristi cattolici devono conoscere la forma tradizionale della Messa ed essere capaci di celebrarla. Lo stesso documento afferma che questa forma della Messa è un tesoro per l’intera Chiesa, e dunque lo è per tutti i fedeli.

Papa Giovanni Paolo II aveva rivolto un appello urgente a tutti i vescovi di accogliere generosamente il desiderio dei fedeli di celebrare la forma tradizionale della Messa. Quando il clero ed i vescovi ostacolano o limitano la celebrazione della Messa tradizionale, essi non obbediscono a ciò che lo Spirito Santo dice alla Chiesa, e si comportano in maniera anti-pastorale. Si comportano come se fossero i possessori del tesoro della liturgia, che non appartiene loro, perché essi sono solamente gli amministratori.

Negando la celebrazione della Messa tradizionale o facendo ostruzione e discriminazione nei suoi confronti, si comportano come un amministratore infedele ed inaffidabileche, contrariamente agli ordini del padrone di casa,  tiene la dispensa chiusa a chiave oppure come una cattiva matrigna che dà ai bambini un cibo insufficiente.

Forse questi chierici temono che il grande potere della verità s’irradi dalla celebrazione della Messa tradizionale. Possiamo paragonare la Messa tradizionale ad un leone: lasciatelo libero e saprà difendersi.

La Russia non è stata esplicitamente consacrata

Dove vive Sua Eccellenza ci sono molti Russi Ortodossi. Aleksandr di Astana o chiunque altro del Patriarcato di Mosca l’ha forse interrogata sul recente Sinodo o su quello che avviene nella Chiesa sotto Francesco? Sono interessati fino a questo punto?

I Prelati Ortodossi con i quali ho dei contatti non sono in genere bene informati sulle dispute interne che intercorrono nella Chiesa Cattolica, o almeno non mi hanno mai parlato di queste questioni. Anche se non riconoscono il primato giurisdizionale del Papa, vedono tuttavia nel Papa la prima carica gerarchica della Chiesa, dal punto di vista dell’ordine protocollare.

Siamo ad un anno dal centesimo anniversario di Fatima. La Russia non è stata, attendibilmente, consacrata al Cuore Immacolato di Maria e certamente non convertita. La Chiesa, per quanto sempre senza macchia, è in grande disordine, forse peggio che durante l’Eresia Ariana. Le cose sono destinate a peggiorare ancora prima di poter migliorare e come devono prepararsi i cattolici veramente fedeli a ciò che deve succedere?

Dobbiamo credere fermamente: la Chiesa non è nostra, e neanche del Papa. La Chiesa è di Cristo e Lui solo la tiene e la conduce in modo indefettibile anche attraverso i periodi più oscuri di crisi, come appunto nella nostra attuale situazione.

È una dimostrazione del carattere divino della Chiesa. La Chiesa è essenzialmente un mistero, un mistero soprannaturale, e non possiamo avere con essa lo stesso approccio che possiamo avere con un partito politico o una società puramente umana. Nello stesso tempo, la Chiesa è umana ed al suo livello umano oggi sopporta una passione dolorosa, che la rende partecipe della Passione di Gesù.

Si può pensare che oggi la Chiesa è flagellata come Nostro Signore, è spogliata come lo è stato Nostro Signore, alla decima stazione della Croce. La Chiesa, nostra madre, è tenuta legata non solo dai nemici di Gesù ma anche da alcuni suoi collaboratori nei ranghi del clero, talvolta anche dell’alto clero.

Noi tutti buoni figli della Madre Chiesa, come soldati valorosi, dobbiamo cercare di liberare questa madre, con le armi spirituali della difesa e della proclamazione della verità, col promuovere la liturgia tradizionale, l’Adorazione Eucaristica, la Crociata del Santo Rosario, la lotta contro il peccato nella nostra vita privata e l’aspirazione alla santità.

Dobbiamo pregare affinché il Papa consacri presto esplicitamente la Russia al Cuore Immacolato di Maria, ed allora Essa vincerà, come la Chiesa ha pregato fin dai tempi antichi : “Rallegrati, o Vergine Maria, perché da sola hai distrutto tutte le eresie nel mondo intero” (Gaude, Maria Virgo, cunctas haereses sola interemisti in universo mundo).http://chiesaepostconcilio.blogspot.pt/2016/02/unintervista-di-mons-athanasius.html#more